Lo importante en la meditación es la cualidad de la mente y del corazón.
No es lo que uno consigue, o lo que dice que alcanza, sino más bien la
cualidad de una mente que es inocente y vulnerable. A través de la
negación, surge el estado positivo. Limitarse a acumular o vivir
experiencias niega la pureza de la meditación. La meditación no es un
medio para un fin; es ambos, el medio y el fin. La mente nunca se puede
volver inocente a través de la experiencia. Es la negación de la
experiencia lo que trae este estado positivo de inocencia que el
pensamiento no puede cultivar. El pensamiento nunca es inocente. La
meditación es el cese del pensamiento, no por el meditador, porque el
meditador es la meditación. Si no hay meditación, entonces es como ser
ciego en un mundo de gran belleza, luz y color. Pasee por la orilla del
mar y deje que esa cualidad de meditación le impregne. Si lo hace, no la
persiga porque lo que perseguirá será el recuerdo de lo que fue, y lo
que ha sido es la muerte de lo que es. O cuando pasee por las colinas,
deje que todo le hable de la belleza y del dolor de la vida, de manera a
que despierte su propio sufrimiento y su final. La meditación es la
raíz, la planta, la flor y el fruto. Son las palabras las que dividen el
fruto, la flor, la planta y la raíz. En esta separación, la acción no
trae bondad: la virtud es percepción total.
- Krishnamurti, The Second
Penguin Krishnamurti Reader Talks in Europe 1968